Nuestro Diario, Guatemala. Metro, página 2. Publicación del 29 de julio de 2013.
Nuestro obituario: Leonel Guillén
El viernes su escritorio quedó vacío durante el examen de los aspirantes a estudiar Medicina en el Centro Universitario Metropolitano
Ciudad de Guatemala, Guatemala. Por Jennyfer Hernández. Nuestro Diario Metro, 29/07/2013.– Guillén, como era conocido por sus compañeros del Colegio San Sebastián, perdió la batalla de la vida y con ello sus sueños de ser cardiólogo. Junto a sus amigos de toda la vida, Luis Roche y Mynor Marroquín, comenzarían una prometedora carrera.
Sus altas calificaciones le permitieron ser seleccionado en el colegio para estudiar en la Facultad de Medicina de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
De hecho, llevaba más de un mes preparándose para aprobar su examen. «Estaban muy entusiasmados, siempre hablaban de eso», contó Zulma de Marroquín, madre de uno de sus amigos.
Paradógicamente, sus futuros colegas del Hospital San Juan de Dios anunciaron su muerte la mañana del miércoles. Su organismo luchó durante seis días contra un edema cerebral tras recibir un balazo en la cabeza, pero no pudo más.
Tuitero y devoto
Como cualquier joven era fiestero y fanático a las redes sociales, sobre todo a Twitter, en cuya cuenta tenía 869 seguidores. Le encantaba andar en bicicleta.
Estaba en contra de la Ley de regulación de perros peligrosos y en sus tuits escribió que todos los animales son iguales.
Lo que más le caracterizó fue su devoción, como integrante de la hermandad de Santo Domingo. Personalmente reunía fondos para hacer la alfombra del colegio. «En Semana Santa recibieron tierra en lugar de aserrín y buscó una patrulla para ir a exigir que devolvieran el dinero», recordó Zulma.
El día del ataque fue a misa de 11 en la Catedral y regresó a practicar con la banda. «Era estricto, y cuando no salían bien los ensayos se molestaba», contó el profesor José Orizábal. «Era un líder nato», agregó.
Una bala acabó con su vida. Su hermano Pablo caminará ahora sin la compañía de Alejandro, pues todos los días llegaban juntos al colegio y regresaban a pie hasta su casa, en la zona 2.
Su bicicleta y sus gorras quedarán guardadas como un recuerdo de su afán por vivir. Precisamente su lema era: «luchar hasta la muerte». Y así lo hizo.
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